El domingo 7 de mayo Emmanuel Macron venció a Marine Le Pen en las elecciones presidenciales en Francia. Esta fue la cuarta contienda europea entre pro Unión Europea centristas como Macron y anti inmigración, anti musulmanes, euroescépticos, nacionalistas ultraderechistas como Le Pen. El referendo de brexit fue el primero que mostró al mundo lo fuerte que eran el euroescepticismo y la antipatía contra los inmigrantes. Luego, le pérdida del candidato de ultraderecha, Norbert Hofer, en las elecciones austriacas sugirió que quizá la ola de populismo derechista no era tan fuerte como parecía después de brexit. La derrota de Geert Wilders en las elecciones holandesas pareció confirmar esta opinión. Ahora, con la pérdida de Le Pen, la ultraderecha definitivamente parece carecer del empuje que pensábamos. Las próximas elecciones son el 24 de septiembre en Alemania. Si esta tendencia continúa, el partido de derecha, Alternativa para Alemania (AfD), no ganará muchos puestos en el Parlamento. Aunque la ola de nacionalismo ultraderechista parece estar retrocediendo, los resultados de las elecciones demuestran lo contrario. La ultraderecha ha ganado apoyo y se está convirtiendo en una fuerza política con la que los líderes europeos tendrán que lidiar en los próximos años.
A pesar de las pérdidas, los candidatos ultraderechistas ganaron porcentajes significativos del electorado francés, austriaco y holandés. Le Pen logró obtener un tercio de los votos (33.9%). Un cuarto del electorado francés se abstuvo (25.44%), demostrando falta de interés o apatía hacia los candidatos. Estos votantes podrían apoyar a cualquier candidato en las próximas elecciones. Seguramente, el partido de Le Pen, el Frente Nacional, revisará su estrategia y su mensaje para la siguiente campaña. Más impresionante es que Hofer ganó aproximadamente un 46% de los votos en las elecciones austriacas. También, el partido de Wilders, el Partido de la Libertad, ganó suficientes puestos para convertirse en el segundo partido—aunque de trece partidos—con más miembros en el Parlamento de los Países Bajos. Estos son avances significativos para partidos que estaban al margen de la política europea. El apoyo a estos partidos podría continuar creciendo, ya que las circunstancias que los sacaron de la periferia (la economía y la inmigración) continúan afectando a Europa.
La Gran Recesión (2007-2009) creó resentimiento popular contra los líderes políticos en Europa y los Estados Unidos y socavó la validez de la UE como entidad económica y política. De acuerdo con el último pronóstico económico de la Comisión Europea, la economía de la UE a dado señales de recuperación y se espera que crezca en los próximos dos años. También ha “probado ser resistente” a los retos del último año (brexit, ataques terroristas e “incertidumbre política” en Europa y los EE. UU.). Estas son buenas noticias para la estabilidad política de la UE y para su futuro después de que la crisis financiera sembrara dudas sobre el proyecto europeo.
Sin embargo, la Comisión es cautelosa, ya que el crecimiento es modesto, la recuperación es desigual a través de la UE y los riesgos persisten. Aunque la tasa de desempleo ha bajado, se mantiene alta. Además de la lentitud de la recuperación, todavía es temprano para que la mayoría de la población coseche los beneficios de una economía en crecimiento. Este punto es importante. Los beneficios del crecimiento económico tienen que alcanzar al mayor porcentaje posible de la población. De otro modo, la desigualdad generará el tipo de resentimiento popular contra las elites, los líderes políticos y las instituciones europeas que ha estimulado el acenso de la ultraderecha. Como el Director General de Asuntos Económicos y Financieros de la Comisión, Marco Buti, señaló en el pronóstico, una de las prioridades de la UE tiene que ser “una repartición más equitativa de los beneficios de la globalización.” Una política económica más equitativa disminuirá el apoyo a políticos como Le Pen, Wilders y Hofer y socavará su agenda nacionalista y euroescéptica.
Junto a los persistentes efectos de la Gran Recesión, un alza en el número de inmigrantes a Europa entre 2015 y 2016 aumentó las tensiones sociales que la crisis financiera había creado. La crisis de refugiados exacerbó el temor entre los europeos a los ataques terroristas, al aumento del desempleo y a la pérdida de identidad. Estos temores les sirvieron a los políticos ultraderechistas para ganar terreno. Su retórica resonó con las preocupaciones sobre la posibilidad de que un gran número de inmigrantes cambiara la composición étnica y cultural de las naciones europeas.

La inmigración continuará siendo el tema que le da fuerza a la ultraderecha. Demetrios Papademetriou, Presidente del Migration Policy Institute Europe, explica que aunque el número de inmigrantes a Europa se ha “estabilizado” alrededor de 200.000 personas, las condiciones que crearon la crisis de refugiados persisten. Pronostica que el próximo reto que enfrentará Europa en las décadas venideras es una “inmigración masiva de África.” Inclusive si la crisis de refugiados ha terminado y la inmigración africana pudiera ser contenida, los países de la UE todavía tienen que lidiar con el 1.8 millones de personas que lograron entrar a Europa en 2015. Esta es la razón por la que la inmigración de afuera de Europa y el terrorismo continúan siendo las principales preocupaciones de los europeos. Añadido a estas preocupaciones, el prospecto de otra crisis de refugiados jugará a favor de la retórica de ultraderecha e incrementará su base de apoyo.
A pesar de esta sombría evaluación, el problema de la inmigración tiene solución. Papademetriou sostiene que la UE tiene que implementar medidas para asegurar que los refugiados sean debidamente examinados antes de llegar a su destino, para ayudar a las comunidades donde se establezcan, para integrar a los inmigrantes y refugiados a la sociedad europea y para proveer educación a sus hijos “para prevenir la creación de una ‘generación pérdida’.” Al igual que el compartir los beneficios de la globalización ayudará a las personas a recobrar la confianza en el proyecto económico europeo, una política migratoria más sensible y programas para asistir en el restablecimiento de refugiados e inmigrantes pueden atenuar el temor que sienten los europeos. Con menos ansiedad sobre los inmigrantes, la ultraderecha perderá su atractivo y regresará al margen del campo político.
Por el momento, los líderes políticos y económicos de Europa sienten alivio. Pero sin la voluntad política para implementar medidas para una mejor distribución de los beneficios económicos, para integrar y ayudar a inmigrantes y para prevenir la próxima crisis de refugiados, los candidatos ultraderechistas podrían ganar victorias reales en las siguientes elecciones.
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